viernes, 10 de septiembre de 2010

Hace un tiempo que somos testigos de una serie de llamados de atención (cuando digo somos, me refiero a los jóvenes, grupo dentro del cual me incluyo). Asistimos al horrible episodio de derrumbe de un edificio de pocos pisos en el que funcionaba un gimnasio, y las víctimas fueron de nuestro grupo. Anoche, otra situación similar se dio en un "boliche" que, como la obra en construcción que se supone fue el causante de destrucción del gimnasio, tenia la habilitación correspodiente. Víctimas: dos mujeres de alrededor de 20 años. Otro hecho que se suma, por ahora sin víctimas gracias a... gracias a no se quién o qué, es el derrumbe (literalmente) de las instituciones educativas . Sumado al estado... mal estado en que se encuentra la infraestructura de muchos colegios de la ciudad, la semana pasada dos paneles de vidrio se desplomaron en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
Este conjunto de hechos me llama la atención profundamente, sobre todo por las características que comparten. En primer lugar, se trata de instalaciones edilicias, cuyo funcionamiento, DEBE estar asegurado por el Gobierno de la Ciudad, que es quien esta a cargo de las habilitaciones tanto del sector privado como del público. En segundo lugar, estas construcciones, por lo general estan destinadas al albergue del grupo del que hable mas arriba: los jóvenes. Entonces no puedo evitar hacerme la pregunta ¿no serán todos estos hechos un llamado de atención a este grupo social? ¿será el momento de que, de una vez por todas, hagamos valer, sino nuestros derechos, al menos nuestra seguridad? Y no me refiero en absoluto a ese tipo de "seguridad" que reclama otro sector social: la "inseguridad" de la que se quejan, no dejará de existir mientras exista hambre como variable constante de otro grupo social totalmente excluido por y del sistema. Eso está claro. Ahora, quizá haya algo de estupidez en creer que los edificios nos llamen a movernos, pero no puedo dejar de pensarlo.